El pollo crudo es una fuente habitual de contaminación por bacterias. Si no se manipula y cocina bien, el pollo puede ser fuente de algunas bacterias, entre ellas, la salmonella.

La carne de pollo goza de gran popularidad. Su precio, no muy elevado, además de sus propiedades nutricionales -es ligera, rica en proteínas, baja en grasas-, la convierten en una de las carnes favoritas de los consumidores.

Sin embargo, esta saludable carne puede no serlo tanto si no tomamos las precauciones adecuadas, pues se contamina con bacterias muy fácilmente, y que pueden intoxicarnos y perjudicar seriamente nuestra salud.

¿Qué bacterias puede contener el pollo?

El pollo, al igual que otras aves, son más propensas que otros animales a contaminarse con bacterias. Esto se debe a que, durante todo el proceso hasta que el pollo llegue al supermercado, esta carne pasa por una serie de manipulados que elevan el riesgo, más que la de los mamíferos. De hecho, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, estima que uno de cada 25 lotes de pollo de los que están disponibles en los supermercados estaría contaminado con algunas de estas bacterias.

¿Cuánto dura el pollo crudo o cocinado en la heladera?

Las bacterias más presentes en la carne de pollo son Campylobacter, Clostridium perfringens y Salmonella. La Campylobacter produce intoxicaciones que dan lugar a diarrea, náuseas, vómitos, fiebre o dolor abdominal y suele durar una semana; la Clostridium perfringens produce fuertes diarreas breves; y la salmonella puede producir salmonelosis, una infección que, aunque suele ser leve, si se complica puede requerir incluso hospitalización. Además, es una de las bacterias que más resistencia a los antibióticos está creando.

Estas bacterias se mueren con las altas temperaturas, así que, para combatirlas debemos cocinar completamente el pollo siempre y seguir algunos consejos para evitar la contaminación cruzada.

En los últimos años se ha puesto de moda el sashimi de pollo, un plato típicamente japonés en el que esta ave se sirve prácticamente cruda. Se trata de un plato que debemos evitar debido a los riesgos que entraña comer el pollo crudo.

¿Cómo evitar intoxicarnos con el pollo?

Cómo cocinar el pollo perfecto y los errores habituales que debes evitar

Para evitar intoxicaciones alimentarias a través del pollo se deben tomar algunas precauciones relacionadas, tanto con la manera de cocinarlo como con la manera de manipularlo para evitar la contaminación cruzada.

  • Lavarnos las manos con jabón antes y después de manipular el pollo crudo. Antes, para no contaminar el pollo con posibles microorganismos que tengamos en las manos, algo que debemos hacer siempre antes de manipular cualquier alimento; y después, para no contaminar lo que manipulemos después con las posibles bacterias que puede tener el pollo.
  • Cocinar completamente el pollo. No basta con cocinarlo, hay que hacerlo completamente, es decir, que la carne haya perdido completamente cualquier color rosado en el interior. Para más seguridad, podemos usar un termómetro de cocina para comprobar que todas las partes del pollo han llegado al menos a los 75 grados.
  • Guardar el pollo en la parte de debajo de la heladera para que no haya riesgo de que los jugos del pollo, si se desprenden, contaminen otros alimentos. Además, el pollo deberá estar aislado del resto de alimentos, especialmente los ya cocinados y de los que se consuman frescos y crudos, como las ensaladas, las frutas, algunas verduras… Siempre deberá conservarse a menos de cuatro grados.

Qué hacer para evitar riesgos con el pollo: cómo cocinarlo y conservarlo para eliminar posibles bacterias

  • No lavar nunca el pollo. Esto puede parecer contradictorio, pero no lo es. Y es que, si lavamos el pollo, contribuiremos a que los jugos del pollo, si están contaminados, se expandan por otras zonas de la cocina, como el fregadero, la encimera, nuestras manos… Porque lavar el pollo con agua no mata a las bacterias. Además, el agua actúa como buen conductor de la Campylobacter y favorece aún más su propagación.
  • Lavar cualquier utensilio y superficie utilizado (tablas de cortar, cuchillos, platos, bandejas, etc…) para manipular el pollo crudo, antes, pero sobre todo después. Mejor hacerlo inmediatamente, con agua caliente y jabón. Hay que evitar a toda costa usar los mismos utensilios o poner en las mismas superficies otros alimentos antes de lavarlos a conciencia, pues la contaminación cruzada en estos casos es muy probable.
  • El pollo sobrante, incluso el cocinado, se deberá congelar o refrigerar cuanto antes, especialmente los meses cálidos, para evitar la proliferación de bacterias. El pollo no deberá estar a temperatura ambiente más de una hora.

Si seguimos al pie de la letra estas recomendaciones, será muy difícil que las bacterias del pollo nos provoquen una intoxicación alimentaria.

 

Por OVB

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