La falta de energía pone en peligro la seguridad de aquellos alimentos que requieren de la cadena de frío para su conservación. Por ello, tené en cuenta las siguientes recomendaciones:

Abrí lo menos posible la heladera.
Revisá que el cerramiento de la heladera (burlete) esté en buenas condiciones, ya que su deterioro contribuye a la pérdida de frío.
Limitá la compra de alimentos perecederos que necesitan ser refrigerados.
Tratá de reemplazar los alimentos perecederos por otros no perecederos (por ejemplo, usá leche en polvo en vez de leche fluida).
Extremá cuidados con el consumo de todo tipo de carne (vaca, pollo, pescado). Hay que cocinarlas muy bien y en forma completa.

Si la carne perdió la cadena de frío desechala, aunque conserve su color y olor (la proliferación de bacterias se produce antes de que esas características se modifiquen).
Revisá los alimentos conservados en el “freezer” antes de consumirlos. Si observás descongelamiento (cajas mojadas, ablandamiento, presencia de cristales de hielo), consumilos en el momento. Nunca vuelvas a congelar algo que ya se descongeló.

 

Ante la duda, evitá el consumo de los alimentos que hayan permanecido más de dos horas por encima de la temperatura de conservación recomendada

Por OVB

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